Por Sofía Schmidt
Soy de Pueblo San José, colonia dos, un lugar que tenés que venir a conocer. ¿Por qué?
Porque tiene todo el encanto de una colonia llena de tradiciones, la tranquilidad de un lugar apartado del bullicio, pero con las comodidades que la modernidad ofrece.
Viniendo por la ruta, desde cualquier punto cardinal, podés ver las imponentes torres de la iglesia San José Obrero antes que cualquier cartel. Verlas a ambas recortando el cielo es el indicio que todos los que pertenecemos a la colonia esperamos ver para sentirnos como en casa.
Sea cual sea la época del año en la que llegues, siempre vas a encontrar aroma a pan recién hecho en el aire por la mañana temprano y amigos que se juntan a conversar en las esquinas a la sombra de un árbol por las tardes.
Pero, si es verano, además vas a poder ver cómo las calles se vacían a la hora de la siesta y el silencio se adueña de cada rincón.
Si es otoño, vas a poder apreciar cómo las veredas se llenan de hojas, y algunos vecinos con escoba en mano conversan en la vereda mientras juntan esta muestra de la estación otoñal.
Y si el invierno te recibe, vas a sentir el aroma a leña que sale de las chimeneas. El cielo se llena de nubes grises de las salamandras, las estufas que invitan a sentarse adentro a tomar o comer algo calentito.
Y la primavera, que llena de colores los hogares, los patios, las veredas. Cada maceta explota de color y perfume. Y el balneario empieza a recibir a los que disfrutan de la naturaleza.
Cada día es especial cuando lo miramos con ojos observadores. Cualquier día que salgamos a recorrer las calles de la colonia vamos a poder observar niños en bicicleta, señoras haciendo la compra en el almacén, casas sin puerta al frente, cenefas, nomencladores antiguos que aún mantienen sus nombres originales en alemán y, sobre todo… prolijidad, limpieza y la mejor gastronomía. Que, sin duda, es la de los alemanes del Volga.
Ni te cuento si te venís a las Kerb o a cualquier evento organizado por nuestras instituciones, donde el baile y la comida llenan los corazones. Tenemos todo y, a la vez, somos un pueblo que llegó sin nada. Que solo con la fe y la perseverancia logró llegar a lo que es, de la mano de una gran fortaleza de espíritu.
Vení a conocer las calles donde Sergio Denis vivió su juventud, sumate a recorrer nuestra preciosa calle ancha y anímate a adentrarte en la maravillosa Iglesia que manifiesta el altísimo poder que la religión tuvo sobre nuestros ancestros, muchos de los cuales descansan en el cementerio local.
Pueblo San José, sinónimo de tranquilidad, tradiciones, kreppel, kosser y mucho más, te está esperando.